El tiempo pondrá a cada uno en su lugar, los que tengan agua enfocarán su producción a la cantidad con el cultivo intensivo y superintensivo produciendo entre los 6.000 y 15.000 kg de almendra por hectárea con destino a los mercados convencionales, otros apostarán por la calidad, por el producto gourmet, por el ecológico, por la venta directa o por el producto regenerativo de suelo y paisaje, pero más pronto que tarde se definirá el futuro de las plantaciones y se marcarán posiciones estables y duraderas. Cada uno tendrá que encontrar su nicho de mercado donde sea más competitivo, por cantidad o por calidad, en nuestro caso, debemos tener claro que por las condiciones edafoclimáticas limitantes que tenemos en la mayor parte de España seremos más competitivos cuanto más sostenibles seamos.
El consumidor está marcando nuevas tendencias de consumo muy relacionadas con la salud, que van desde la leche de almendra o la cosmética pasando por los alimentos de diseño para deportistas, por eso se abre una nueva época en el mundo de la almendra, nuevos horizontes donde debemos ir encontrando cada uno nuestro hueco y empezar a posicionarnos en nuestro sitio a la hora de producir. Para ello debemos conocer cuáles son nuestras limitaciones, analizar y valorar objetivamente nuestras fortalezas y debilidades, aprovechando los recursos y potencialidades que tengamos a nuestro alcance. En definitiva, se trata de tomar medidas que pongan en valor nuestras almendras (ecológicas, regenerativas, de secano…) con una agricultura inteligente y profesional que apueste por la calidad y la sostenibilidad para generar valor añadido.
La almendra española de secano tiene que tener un posicionamiento que nos distinga y que nos diferencie claramente del resto, de hecho es significativo que la almendra convencional española siga cotizando en los mercados a 1€ por encima de la americana, todo ello sin una herramienta de marketing que la promocione, sin un producto homogéneo y estandarizado para hacer marca y con problemas pendientes por resolver como el de las almendras amargas. Tampoco podemos olvidar que somos líderes a nivel mundial en producción de almendra ecológica, con casi un cuarto de la superficie de cultivo certificado en ecológico, por lo que, sin duda, tenemos mucho potencial y mucho futuro por delante, pero también mucho trabajo por hacer.
No es poco prometedor el futuro de España a la puerta de un mercado emergente con unas importaciones anuales de la Unión Europea en torno a las 170.000 tm. de las que solo producimos el pasado año 40.000 tm. Además, el aumento del consumo, en torno al 20%, centrado principalmente en el mercado asiático e indio, demuestra que, si los precios se mantienen estables y acordes con el poder adquisitivo de las clases medias, el consumo doméstico seguirá creciendo, lo que quiere decir que el mercado absorberá todos los crecimientos en producción. En este sentido, no es comparable el posible “boom del almendro” con el “boom inmobiliario” de hace unos años ya que las almendras se consumen a precios razonables y la respuesta del mercado nos indica que ahora mismo nos encontramos en unos precios de equilibrio, por lo que los 5€ para la almendra convencional pueden garantizar los hábitos de consumo y el futuro del sector a muy largo plazo.
Las previsiones para este año en términos de cosecha son buenas, ya que ha llovido y nevado en toda España y también lo ha hecho en EEUU, hasta el punto que la mayor parte del estado de California se ha declarado oficialmente fuera de sequía. Según el criterio de los expertos en mercados, con las buenas previsiones actuales, la almendra española convencional para la próxima campaña podría rondar los 6,50 €, manteniéndose a 1 € por encima de la americana, aunque finalmente lo que determinará el precio será el nivel de polinización en EEUU, algo que podremos saber a finales de marzo. Por supuesto, el mercado de la almendra ecológica depende menos de estas variables, haciéndolo mucho más seguro.
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