La nutrición y la poda son nuestros mejores aliados frente a monilia y cribado en almendro, en árboles fuertes, bien fertilizados y bien podados hay menor incidencia de hongos y más resistencia de los frutos. En este año sin precedentes en cuanto a régimen de lluvias y humedad, desde CRISARA hemos observado que las almendras procedentes de árboles bien fertilizados y bien podados, además de ser más grandes, también tienen casi el doble de más espesor en sus paredes que la de aquellos árboles que acusan carencias nutricionales o albergan demasiado esqueleto de madera, por lo que la propia pared de estas almendras  son una trinchera natural frente al ataque de cribado y monilia, ofreciendo mucha más resistencia a sus efectos.

Midiendo la afección de hongos en hojas, ramas  y sobre todo en frutos hemos podido cuantificar en la misma parcela con la misma variedad (Guara), las mismas condiciones edafoclimáticas y con los mismos tratamientos fúngicos que los  árboles poco podados o que han sufrido estrés por cualquier condición adversa (incidencia de plagas, sobrecarga de fruto del año anterior, rotura de raíces, poca profundidad de suelo etc.) han tenido una pérdida de frutos cuajados por incidencia de estos hongos en torno al 60%- 70%. Por otro lado, los árboles más vigorosos, mejor nutridos por acopio de sedimentos derivados por arrastre de aguas, con más profundidad de suelo y con madera más renovada por la poda tan solo han perdido aproximadamente un 10%.

Incluso dentro de las distintas ramas de un mismo árbol hemos observado que el número de almendras abortadas por esta causa en ramas jóvenes y vigorosas ha sido muy inferior a las pérdidas en ramas viejas o deterioradas en las que en ocasiones las mermas han sido del 100%, viniendo a ser proporcional esta diferencia  si comparamos árboles viejos con árboles jóvenes en las mismas condiciones y tratamiento.

Es muy importante analizar y tener en cuenta  este dato, pues viene a determinar que una buena fertilización, poda y cuidado no solamente influye en una mayor producción, un mayor calibre  y en un buen rendimiento si no que también influye directamente en la resistencia de ramas, hojas y principalmente de los frutos frente a monilia y cribado. Según nuestra opinión y criterio basado en la experiencia de lo acontecido en nuestras propias parcelas y con datos de un año excepcional, podemos deducir que los tratamientos fúngicos son importantes pero ocuparían el tercer lugar en el “podium” de efectividad estando por delante la  resistencia de la propia  variedad y ofreciéndonos más garantía el buen  cultivo, un manejo adecuado y principalmente una nutrición equilibrada de la plantación.

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